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Lara cuenta con una de las carreras más prolíficas y consolidadas de la escena nacional. Su trabajo ha sido expuesto extensamente desde 1977 y forma parte de los acervos de importantes museos y colecciones particulares en México y el extranjero.
Aunque se desempeña principalmente en el ámbito de la pintura, trabaja también con otros medios como el dibujo, el libro de artista, la cerámica, las instalaciones, el arte digital, entre otros. Con pequeños objetos domésticos que aparecen crecidos o con desdibujados sentimientos que se transforman en enormes manchas abstractas, la obra de Lara parece lanzar siempre la misma pregunta ¿dónde empieza lo monumental?, ¿dónde empieza lo nimio?
Por otro lado, hay algo siempre orgánico y conceptual en la obra de Lara, al mismo tiempo que sus pinturas abstractas remiten sin dudar a la naturaleza, pueden ser entendidas también como una escritura propia, de signos avasalladores. Desde una tribuna feminista, su obra absorbe las fisuras de la lógica, traza líneas como gritos contenidos y busca latentes errores en la indefinición de ciertas imágenes. En algún momento de su vida, Lara dudó si estudiar pintura o letras, es una lectora asidua de escritoras como Duras, Plath, de Beauvoir. Como ellas con las palabras, Lara utiliza sus imágenes como una herramienta de poder para develar una-visión-otra: la de la cadencia poética que se encuentra en los límites de la conciencia y los sentimientos cuando se encarnan en la realidad. Paradójicamente, con este lenguaje visual cifrado, con este acto de contención, la carga erótica de un cuerpo se fuga, como en un orgasmo, que es también anticipación de una carencia, de un derrumbe: la felicidad de la intimidad, la dificultad de la intimidad.
Magali Lara vive y trabaja en Cuernavaca, México.