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De manera casi alquímica, el trabajo de Fritzia Irizar transmuta los objetos con el objetivo de develar aquello que ocultan, analizando la transformación de lo cotidiano en objetos de valor arqueológico, simbólico, económico y artístico. Aunque el valor del que habla Irizar casi siempre remite a lo económico, sus preocupaciones se extienden hacia la naturaleza, la fe y el misticismo, pues está convencida de que nuestros desacuerdos con el mundo parten de deseos insatisfechos, impuestos por una cultura de consumo, mantenidos luego por la sociedad como actos de fe, de pertenencia, de voluntad o de certeza.
Su obra, por lo tanto, utiliza la ficción como una especie de truco, pues es desde las no-verdades que se desenmascaran procesos absurdos y se evidencian nuestros fetiches y sinsentidos. En el proyecto "Prospección al nuevo territorio", 2013, por ejemplo, la artista se encarga de desafiar objetos arqueológicos para demostrar que la historia, así como las las ciencias, son también invenciones sostenidas en pequeñas parcelas de conocimiento. Una de las piezas consiste en fotografías de huevos de codorniz que pretenden ser seis nuevos planetas; así, la artista inserta sus falsos hallazgos y coincidencias absurdas dentro del escenario del museo natural, a fin de poder demostrar que los objetos adquieren otro significado dependiendo su contexto.
Irizar vive y trabaja en Mérida, México.