La obra de Domenico Zindato está marcada por un proceso autodidacta, intuitivo y alejado del canon del arte institucional; esta es la razón por la que a menudo se le asocia con el outsider arty elfolk art. Sin embargo, más allá de su estética “marginal” y “primitiva”, el trabajo de este artista puede explicarse de otra manera. En sus propias palabras, sus coloridos dibujos tienen un claro objetivo: invitar a la contemplación.

En general, las imágenes creadas por Zindato están cargadas de misteriosos motivos y elaborados patrones que contrastan con brillantes colores de fondo, a la distancia pueden ser leídas como un cuadro abstracto lleno de vericuetos. No obstante, vistas de cerca nos revelan intricadas figuras con un dinamismo fuera de lo común: cabezas flotantes, cuerpos coloridos, ojos, animales, ondulaciones, líneas zigzagueantes, letras… en resumen, símbolos que se arremolinan para crear un enigma visual.

Extremadamente precisos en su ejecución, los dibujos Zindato guardan afinidades formales con las pinturas rupestres, el arte aborigen y los patrones decorativos de los nativos americanos; pero también comulgan con estos en su espíritu meditativo y en su contenido profundo, aunque ininteligible a primera vista. Así, sus dibujos, también definidos por el mismo como “percepciones”, “transmisiones” y “captaciones”, dan la sensación de algo ancestral, pues como en aquellas obras que el tiempo y la distancia espiritual han vuelto inexplicables, aquí también, con una sintaxis muy particular: lo que comienza como una exploración estética, juguetona y placentera, puede transformarse en una experiencia trascendental.

Domenico Zindato vive y trabaja en Cuernavaca, México.